La actual situación que estamos atravesando a nivel mundial desde la llegada del SARS-COV 2, ha dejado al descubierto muchas realidades sociales a nivel mundial como la desigualdad, la precariedad laboral en los países en vía de desarrollo a lo que hay que sumarle la falta de conciencia en el cuidado propio y de los demás, que hacen difícil el combate a una pandemia que exige aunar esfuerzos. Colombia no es ajena, por supuesto, a dichas dificultades.
Esta pandemia ha puesto en evidencia total las grandes dificultades que hay en cuanto al empleo formal, la bancarización generalizada y el acceso real a tener vivienda propia. Casi la mitad de la población colombiana vive en la informalidad, sin un salario fijo, sin prestaciones sociales y sin horario establecido para enmarcar sus labores. Muchos no pueden irse a descansar hasta conseguir el “diario” para pagar arriendo de una habitación, comprar comida para ellos y su familia.
Como si esto no fuera suficiente, los gobernantes municipales, departamentales y nacionales, en su afán de implementar medidas preventivas contra el Covid-19, han puesto en serios aprietos a millones de colombianos que en términos reales no pueden atender al llamado de quedarse en casa, a pesar de los bienintencionados programas de ayuda gubernamental. La verdad es que la mejor ayuda gubernamental es la reactivación paulatina y segura de la economía.
En la mayoría de los países en vías de desarrollo, incluso en algunos países desarrollados, buena parte de la población no puede darse el lujo de quedarse en casa -muchos ni siquiera tienen donde vivir- Si ya era dificl antes de la pandemia, ahora ¿cómo quedarse en casa sin salir a conseguir el diario? Desafortunadamente del empleo informal no se vive, se sobrevive y así tampoco hay posibilidades de ahorro que permitan afrontar estos tiempos de confinamiento.
Según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) de mayo de este año, realizada por el DANE a 13 ciudades principales y áreas departamentales, 46.1% de los colombianos tiene ocupación informal y en el mundo la cifra es cercana al 60%. La misma encuesta precisa que para el caso de Colombia, el desempleo alcanzó el 21,4% durante el mes de junio, con un aumento de 10,9 puntos porcentuales frente al mismo periodo del 2019.
Todos entendemos que debemos cuidar nuestras vidas usando tapabocas, lavándonos las manos con frecuencia y quedándonos en casa pero es claro que no todos pueden acatar la medida preventiva más importante -la de quedarse en casa- porque si una persona no cuenta con un empleo remunerado y estable, es poco probable que decida quedarse en casa para evitar el contagio del Coronavirus.
Es claro que estamos atravesándo un momento inédito en la historia reciente de la humanidad donde todos debemos cuidarnos. Así protegemos nuestra vida y la de los demás. La COVID-19 no es un juego ni un invento, las Unidades de Cuidados Intensivos están llenas de pacientes COVID y en algunos países los cementerios no dan abasto con el número de fallecidos por la enfermedad o por enfermedades de base que se agravaron por el virus, pero el bolsillo de muchos ya no aguanta más.
Si nuestros países tuvieran una mejor tasa de formalización laboral, podríamos aislar sin muchas dificultades a la población con mayor riesgo de muerte, que son los adultos mayores, por medio del registro de jubilados y adicionalmente, de ser necesario, incluir un subsidio por permanecer en confinamiento, permitiendo así que el resto del aparato productivo no se paralice y termine marchitándose en el mediano plazo.
Personas con diabetes, obesidad e hpertensión tienen nuevas restricciones en Colombia por el riesgo que tienen de terminar de ocupando camas UCI durante la pandemia y colapsando así el sistema de salud. Sin embargo éstas mismas personas necesitan seguir trabajando para sobrevivir. También se ha tomado la decisión de aislar al todo el grupo familiar de cualquier paciente que se diagnostique como positivo para COVID-19 lo cual epidemiológicamente tiene todo el sentido pero no evita la dificultad que entraña el que toda la familia se quede sin trabajar de un momento a otro.
El Ministerio de Trabajo y las alcaldías, entre ellas la Alcaldía de Bogotá, han reiterado que en estos casos se debe mantener el empleo de las personas afectadas con la enfermedad pero ante un panorama con grandes porcentajes de informalidad laboral, esta no parece ser una solución humanamente satisfactoria. Debemos caminar hacia un futuro con mayor formalidad laboral a través de leyes más flexibles que se adapten a los nuevos tiempos y permitan combatir prontamente la otra pandemia, la del bolsillo.